El Señor de la violencia - Centa Reck

El Señor de la violencia

Centa Reck

Lo que ocurrió hace pocos días en Chuquisaca y que el gobierno pretende capitalizar a su favor catalogando el enfrentamiento como si tuviera motivaciones raciales, es en realidad sólo la punta del iceberg de la violencia que el gobierno actual pretende desatar sobre Bolivia, dado que no le está resultando fácil tomar el país para convertirlo en el infierno comunista que pretende instalar.

Decimos que esto es sólo la punta del iceberg, puesto que Beni y Pando acusan al Gobierno por la violencia que se cierne sobre estos departamentos en los que se ha encontrado al gobierno, sus funcionarios y sus milicias en franca preparación para provocar violencia y enfrentamientos de cara a los próximos referendums por estatutos autonómicos.

Alarma que cinco funcionarios de la Corte Electoral del Beni hayan sido emboscados y brutalmente golpeados en cercanías de Riberalta por campesinos afines al MAS, cuando se aprestaban a llegar para cumplir con sus funciones de capacitar a los jurados electorales.

Alarma que se hayan interceptado personas afines al gobierno comprando carnets de identidad por mil bolivianos, que hayan quemado el mojón autonómico en Guayaremerín.

El ministro de la presidencia Juan Ramón Quintana aterrizó en San Borja el lunes pasado con el cometido de entregar dinero a dirigentes campesinos para que actúen en contra de la consulta por estatutos autonómicos a realizarse el próximo fin de semana. Esta situación llevó a que nuevamente los pobladores cercaran el aeropuerto obligando a Quintana a salir huyendo. Esta es la segunda vez en los últimos días que ocurre algo similar, pues recordemos que Quintana fue rechazado también en la población de Riberalta el mismo día que ocurrían los enfrentamientos en Sucre, los que según información recibida fueron provocados por el viceministro Sacha Llorenty, quien fue el operador político que transportó a los campesinos que se enfrentaron con los chuquisaqueños, los que venían de Oruro y Potosí portando cachorros de dinamita para provocar los enfrentamientos que se dieron. Quintana operaba en el Beni y Sacha Llorenty estuvo haciendo lo propio en Sucre, lo que nos muestra que los ejecutivos de Morales no descansan cuando se trata de articular y armar guerras intestinas y confrontaciones para rearticularse y ganar espacio desde la violencia.

Estos operadores están decididos a hacerle frente a las autonomías departamentales con armas innobles y cargadas de hostilidad.

Morales no resigna su proyecto del comunismo del siglo XXI, que quiere imponer pese a la férrea oposición que este esta cosechando a diestra y siniestra. En aras de imponer este proyecto no escatima en utilizar acciones ilegales y estimular la confrontación buscando la coartada y el pretexto perfecto para engañar a la opinión pública nacional e internacional, tratando de poner las culpas en los que no se dejan dominar y los que se defienden de sus políticas extremistas y coartadoras de libertades. Morales actúa de manera hipócrita fingiendo que dialoga, cuando lo hace sólo para engañar y falsear sus verdaderas intenciones de dominación.

No actúa como un presidente, se considera un amo, un dios, el dueño y señor de esta tierra que ha elegido para confrontar, para gastar con soltura los bienes y haciendas del Estado, para hacer y deshacer a su gusto y placer.

Donde van Morales, García Linera y sus ministros se impone la violencia, se vacían las arcas del Estado en prebendas y clientelismo, comprando conciencias, ultrajando la condición humana, convirtiendo a los que deberían ser ciudadanos nobles en mercenarios al servicio de quien les paga y los corrompe.

La patria no se merece estos ultrajes.