El Foro de Sao Paulo vs. Álvaro Uribe - Alejandro Peña Esclusa
El 1 de marzo pasado, las Fuerzas Militares y Policiales de Colombia llevaron a cabo la “Operación Fénix”, que dio de baja a Raúl Reyes, el segundo a bordo de las FARC, grupo narcoterrorista que delinque en varios países de la región. Pero –para sorpresa de la comunidad internacional– en lugar de decretarse un día de júbilo continental, por la neutralización de uno de los hombres más peligrosos en la historia del crimen organizado, tres países rompieron relaciones con Colombia, en protesta por la operación. ¿Cómo explicar semejante contradicción? La respuesta se encuentra no solamente en las computadoras de las FARC, incautadas durante la “Operación Fénix”, sino en una reunión realizada dieciocho años atrás –en julio del 1990– en la ciudad de Sao Paulo, cuando los partidos de izquierda y los movimientos subversivos de la región se dieron cita para redefinir sus objetivos, luego de la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética. Esa astuta jugada –convocada por Fidel Castro y Lula da Silva– sirvió para que el comunismo siguiera vivo en Iberoamérica y para firmar un pacto de apoyo mutuo entre los asistentes a esa reunión, que desde entonces se repitió año tras año, bajo la denominación de “Foro de Sao Paulo” . La comunidad internacional reacciona con estupor ante las revelaciones obtenidas de las computadoras de Reyes, sobre los vínculos de las FARC con Hugo Chávez y Rafael Correa; pero para quienes han dado seguimiento al Foro de Sao Paulo, se trata de una mera confirmación policial de lo que políticamente era un hecho evidente y notorio.
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