Cochabamba - En Bolivia, se juega algo más que autonomía
No le creo al gobierno. Y en este país descerebrado por la amnesia colectiva, que hace tropezar una y otra vez en la piedra del populismo, revisé noticias de enero 2008 para probar su sinuosidad. El año 2007 cerró con exigencias de Evo Morales de echar al tacho el estatuto autonómico cruceño, apelando a un regionalismo patriotero que demoniza a Santa Cruz, como si no fuese uno de los firmantes de la declaración de independencia que creó la patria en 1825.
Entonces se le recordó al Presidente que con tal discurso sindicatero a mal llegaría el diálogo entre gobierno centralista y prefecturas autonomistas. Se le pidió que cumpliese el mandato vinculante de autonomías aprobadas en referendo nacional; que revirtiese el decreto de confiscación a las prefecturas de un IDH aprobado por ley de la república; que botara al tacho la asamblea constituyente de levanta-manos que aprobó su Constitución mañosa en un cuartel de Sucre y en un recinto universitario blindado en Oruro.
La consigna es, pues, no dejarse engrupir y alistarse para todo albur. Algo para recordar es que el conflicto no es solo de la autonomía contra el centralismo. También chocan dos visiones de Estado: la productiva de Santa Cruz, que le situó de locomotora económica del país, y la etnopopulista de Evo Morales, que es regresiva. Sin olvidar que en la pulseta actual se juega el destino de la cultura mestiza camba, que sin ser uniforme comparte rasgos comunes, frente al avasallamiento de los que propugnan la hegemonía aymara sobre Bolivia.